martes, 5 de abril de 2011

***La condena de la criatura de las tierras blancas *** Parte I

Me desperté exaltada, eran las 4:00 am en punto, sentí por un momento que el lugar donde mi cuerpo descansaba no era mi cama, había un silencio majestuoso; de inmediato me quité las cobijas de encima y fui por un vaso con agua, volví a recostarme y abrí la ventana, enfrente estaba la luna, pero no era cualquiera, era la luna más grande en ocho cientos años, su brillo me deslumbraba, parecía de mármol, deje las cortinas abiertas y me recosté en mi gran almohada con la mirada dirigida hacia el fastuoso astro, no sé cuánto tiempo pasó para quedarme dormida de nuevo, sólo sé que soñaba, soñaba.
Recuerdo que al principio me sentía ansiosa, la angustia apretaba mi estómago, poco a poco mientras caminaba en esas tierras blancas, la serenidad llegaba a mí, pero a cada paso que daba me indagaba sobre el lugar en el que me encontraba, al principio pensé que era la nada, el vacio, después descubrí que el lugar al que había llegado era el infinito.
Me senté a descansar, sabía que a pesar de que nada veía, algo ahí habitaba. De pronto escuché unas risitas, eran sonidos de felicidad, pero al mismo tiempo parecían quejidos, me dispuse a seguirlos, dejé que las ondas sonoras guiaran mis pasos…
No sé como nombrar lo que vi, una criatura como esa nunca había visto. Su cuerpo era andrógino. Era enorme, desde donde yo estaba parecía un gigante, ¿bonito, feo? quién sabe, lucía diferente, muy diferente.

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